Demasiados problemas pasan por mi mente, unos sin importancia pero otros de un tanto peculiares, destes que pasan y permanecen al menos unos instantes. Para darme cuenta de lo que pasa a mi al rededor. Todos fuimos niños, pero otros no llegan a nacer. Hoy se me ha dado por reflexionar,y me ha dado en pensar por niños que no pueden ver ni siquiera el sol. ¿No sabéis cual puede ser este tipo de problema?¡Vaya lectores! Pues sí, el Aborto.
Hubo un caso a cerca de este tema en mi pueblo, donde yo no era la protagonista, sino mi amiga Pepita. Una joven muy bien conservada, pero no toda la belleza era suficiente para recompensar sus errores. La sociedad española de esta época no permitiría eses pequeños deslices. Yo la habia conocido en el teatro, dónde yo enseñaba mi calidad al amplio público.
Era una joven de familia rica, con todo el amor de sus padres. Pero no todo debe verse de color de rosa, pues ella quería la buena vida, diversión y demasiada libertad. Ante los padres era una persona, ante el resto del mundo otra fingía ser alguien distinto,ese alguien de los cuales los padres estarían orgullosos, ese alguien más estudioso, más obediente, y la niña buena de papá y mamá. Y como debéis saber, aquí la víctima son los padres, como en la mayoría de los casos. Los padres, pondrían la mano sobre el fuego sobre su hija, le tenían mucha confianza, incluso demasiada, pero es ahí, cuando ella se aprovecha de esta situación.
Lo tenía todo, un techo donde vivir (es más, un techo demasiado moderno), tenía dinero suficiente para sus gastos (quizás mayores), carecia de ninguna enfermedad,por lo tanto,podemos decir que tenía una explendida salud; pero no siempre suele cuidarse tanto. ¿Qué por qué digo esto? Pues es una respuesta bastante fácil, ya que cuando salía por las noches, llegaba a casa muy ebría (evidentemente los padres no la veían), y digamos que eso para la salud, aporta daños. Pero, algo le faltaba para tener ese todo completo,el amor. Lo que nos llena, lo que nos hace sentir y producir una gran felicidad. Esto puede ser causa de su forma de ser, porque no lo he añadido antes, que es justamente lo contrario de tímida. Era una joven apasionada, y nunca tuvo a alguién con la que compartir su vida. Es más, cada noche conocía nuevos jóvenes, con los que se ha divertido algunas noches. Digamos que también era una joven decidida y segura, pero como el ser humano, todos cometemos errores, y quizás ella tuvo uno de los que no puedes remediar.
Una noche, no una cualquiera, una especial. Una noche de estreno, unos nuevos tacones, un nuevo vestido. ¿A que se debe? Pues a que habían llegado sus deseados 18. Apesar de sus nuevos accesorios, lo que no cambiaba, eran sus ideas, sus propósitos. Según ella le esperaba una maravillosa noche, ¡Como todas!, pero decía quería que fuese una noche de las de recordar. Llegó a la discoteca, y empezó a bailar, a beber, a pasarlo bien (a su manera). Pero entonces, sé había emocionado demasiado, y como ya le fallaba su cabeza,sin darse cuenta se había juntado con personas muy desagradables. Y ahí,entro yo,su mejor amiga.
- Deberíamos irnos de aquí, así que vámonos Pepita.
- Yo no me voy a algún lado (lo único que se le entendía al estar en un estado ya contento..)
- Que no, que te vienes conmigo. Basta, ya está. - Yo un tanto asustada por los nuevos amigos de mi amiga.
- ¡Que me dejes en paz, que no eres mi madre!. - Grita delante de todos.
Entonces, me fuí y la dejé. Quizás no fué un buen acto el mío, pero decirme lectores, ¿Que podería hacer? En el estado en cual estaba, no podía hablar con ella. Pero al fin de cuentas, no me iba definitivamente, más bien quería echarle una ojeada desde lejos, por si realmente debería preocuparme, por su compañia. Pero la verdad, poco pude ver, porque fué alejarme un poco, y habían desaparecido. La verdad, que no podía con los nervios, no sabía que hacer, ni a quien llamar. Intenté contactar con ella, pero no daba señales de vida, y era imposible. Aunque me dijeron que la miraron hiendo hacía un lugar, dónde normalmente pasas productos ilegales.
Dejandome el protagonisto, ella había tomado algo, y ese algo le había producido una sobredosis de felicidad. Y por desgracia, con una de esas personas había compartido esa misma alegría mediante el placer. Y como no estaba en condiciones de ir a casa, vino a junto mía para decirme si podería quedar en su casa, y yo le dije que si. ¡Qué maja ella! Después de todo, viene a por mí, y por mí ayuda. A fin de cuentas, me necesitaba, y no podería negarme, porque como digo muchas veces hoy es por mí y mañana por ti.
Al día siguiente,había despertado con dolor de cabeza, todo le daba vueltas, y parecía que el mundo se le caía en pedacitos encima de ella, y en realidad, eso pasaría. Ahí empezaba todo.
Sí, lectores. Empezaban los bómitos, los mareos, los desmayos. Hasta que llegó la prueba concluyente; no le había bajado la menstruación.
Ella, cega a la realidad. No se preocupaba por eses pequeños detalles, (que a la vez tan grandes y significativos), no quería darse cuenta de lo que le estaba pasando. Pero la conozco, y que le pasaba? tenía miedo, miedo a la vida real, ya que siempre vivia en su pequeño mundo. Miedo al enfrontamiento que llevaría como consecuencia, ese pequeño desliz. Tenía miedo, porque dejaría de ser la niña preferia de mamá y papá. Y ahora es cuando se le acaba esa buena vida, que algún día pudo conservar, y no por mucho tiempo.
Y ahí estaba yo, en ese momento dónde ella tenía que confersar delante de sus padres lo sucedido, ya que lo sabrían de todas formas, mediante el aumento de tamaño de su barriga. Ahí estabamos los cuatro, su madre toda preocupada por la seriedad de su hija, su padre esperando a que le dijese eso que tenía que decirles y tanta intriga tenía, ella con sus manos temblando y yo agarradonle la mano con fuerza. ¡Uy se me ha olvidado! Somos cinco.
- ¡Pero como has podido! - Le grita, y le da un bofetón en la cara.
- No estaba en mis mejores condiciones, padre... - Temblandole la voz.
- ¡Como tienes el valor de decirme eso! - El padre todo desconcertado, no se podía creer la clase de hija que tenía, ¡esa no era su niña!
- Lo siento. - Dice mientras mira para el suelo.
- Ahora da la cara y mírame. Ahora mismo nos vamos al hospital, y a pagarte el aborto. Mira tú las tonterías que tenemos que pagar. ¡Qué pensarán nuestros vecinos!
- No tienen porqué saber nada.
- Claro que no.
La madre no entraba en esta discusión, estaba tan sorprendida que se había quedado en estado de Shock. Ha permitido que el padre le pusiera la mano encima, pero supongo que su madre no se había dado cuenta, porque ella siempre suele ser más comprensiva que el padre.
Ella se fué a preparar, yo la animaba y le daba el apoyo incondicionalmente. El padre había pensado echarla de casa, había llevado una gran decepción, pensando que su hija era un "pendón". La madre se opuso totalmente, a pesar de las imprudencias de la hija había acordado no dejarle tanta libertad, de echo, le esperaba una gran semana en casa,pero bueno, le hacía falta, para darse cuenta de que tiene un peluche, un cojín, una alfombra, ya que nunca estaba en casa, y no hacía nada en ella.
Ahí estaba ella y el padre en el hospital. Como ya sabeis, en esta época, están los hospitales clandestinos,(algo quizás un poco ilegal) en los que tienes que pagar para poder abortar, quizás una cantidad insignificativa para el padre, porque el dinero le sobraba, pero le parecía una gran tontería gastarlo en estas cosas. La sociedad estaba en contra de esto, ya que era algo ilegal, y todo ser humano tiene derecho a la vida. No importa la edad que tenga la joven, ni si el niño sale con malas formaciones, es un ser humano más, y tiene sus derechos.
Había pagado la cifra exacta,y permanecí unos 30 minutos, y luego se fué. Su padre nunca le había preguntado su opinión, nunca le ha dicho si estaba de acuerdo, sí merecia la pena pagar esa cantidad... que por muy liberal que ella fuese, era dinero en contra de una vida. A ella le había costado decirme todas estas cosas, pero yo la entendía perfectamente. Porque apesar de su forma de ser, de tener sus ideas claras, sabía que lo hizo no le hiciese mucha gracia. Entonces, me vino llorando a mi casa diciendome unas cuantas cosas..
- Que me siento mal, Vane. Que me cuesta decir esto, pero preferiría tener el niño. Por culpa de querer pasarlo bien, de querer pasar un buen rato, es como si hubiera matado a mi propio hijo. Me habría ilusionado tenerlo entre mis brazos, darle la educación que me dieron mis padres y que nunca supe aprovechar. Poder enseñarle a vivir. Me hubiera gustado acariciar esa piel suave que tienen los bebés. Me hubiera gustado tener algo por lo que vivir. Tendría una razón por la que luchar cada día. Sería madre y padre a la vez y tabajaría todo lo que hiciera falta para que a ese niño no le faltara nada. Iría con la cabeza bien alta sin avergonzarme de nada. Me gustaría tener ese niño, porque me enseñaría a querer.
Yo me quedé bastante anonadada, ella nunca solía decir esas cosas, por eso le doy demasiada importancia. Aquella noche era especial, a partir de allí, Pepita se dió cuenta de que un pequeño desliz podia tener grandes consecuencias.
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